Una vez me topé con una familia que había perdido un poco la fe por una situación familiar complicada. La madre de una amiga tenía un grave problema de parálisis cerebral. El primer pensamiento que se me cruzó fue: ¿qué puedo hacer para ayudar?
Ser un buen Samaritano". ¿Cuántos se habrán cruzado con una situación en la que alguien necesita de nuestra ayuda?, pero uno se detiene en el camino (tu camino) y preguntas: ¿qué tengo para darles? Recuerdo el relato de los primeros Apóstoles...
Hebreos 3:2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Éste, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, junto a Juan, fijando en él los ojos, le dijo: ¡Míranos! Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
En ese caso fue obrado un milagro que le restituyó la salud al que pedía limosna, en el caso de la familia con un problema complicado y la fe que se amenguaba, "el mayor milagro era volver a creer-confiar en Dios".
En una oportunidad escuché que el mayor milagro es "creer en Dios". En su momento no lo entendí dado que para mi era lo mas simple...
En situaciones "terribles" como estas de la familia de mi amiga, sufre el enfermo y también su circulo familiar y de amistad!
En muchos casos se pierde la confianza en Dios al no hallar respuesta a las interrogantes. Interrogantes como por ejemplo: ¿por qué a mi? ¿Por qué no tiene cura? Ya a Cristo le preguntaron ante un ciego de nacimiento ¿quién pecó? ¿Este o sus padres para que haya nacido ciego? Conforme la creencia de la época según la cual todos los males se explicaban con los pecados cometidos.
A esa pregunta Jesús le responde: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió. Entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ¡Ve a lavarte en el estanque de Siloé! (Siloé, que traducido es: Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.
Seguro que esto también lo quisieran escuchar ellos, los familiares de mi amiga y los amigos, pero Dios no se equivoca, ya que (tal vez) pretende que ellos se ganen el Reino de los Cielos a través de esta situación tan angustiante. Entonces el gran milagro es que adquieran confianza en Dios, que reciban renovadas fuerzas de Él y así les sea facilitado el caminar con ese peso hacia el "Día de todos los Días".
Recordarán la palabra del miércoles previo a Difuntos: Mateo 15:21
Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: ¡Despídela, pues da voces tras nosotros! Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! ¡Hágase contigo como quieres! Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Lo destacable en este relato es la misericordia de Jesús y la "gran fe de la mujer" esa es la clave y la fe viene por el oír de la palabra. Por eso debemos invitarles a escuchar a Dios a través de cada testimonio, y en este caso el testimonio era yo. El testimonio en este caso podía ser del pastor o de quien Dios permita, para que ellos lleguen a creer a causa de "nuestro entusiasmo en la fe" y del entusiasmo en la fe de cada uno de los hijos de Dios, generando en aquellos que no creen o han dudado, les vengan desde lo alto: ¡ganas de volver a creer!
Y la ayuda consoladora vino desde lo alto y mi amiga, junto a la familia de mi amiga y demás allegados, tuvieron consuelo.